Había humo, no discierno si de cigarro o era niebla
No se si es un lago o un contenedor extraño de agua dulce
Pensaré que era un lago, debo confesar que era una noche misteriosa
Una que se convertía en sabores salados y difíciles de olvidar.
Veo una roca, aún la tengo entre mi cien
Y paso a paso recorrí el lugar,
Místico como el varón que se postró de frente a mí
Y con una de esas sonrisas contestó mis preguntas
Interminable el reloj marcaba presuroso, alocado
Llevaban prisa las manecillas y yo estaba ahí
Más lenta que él, reloj añejo color ocre.
Y el traía en el cuello un número… parecía color verde
Y lo conté lentamente empecé diciendo uno…
Dos… tres… y cada vez que como susurro avanzaba mi cuenta
El varón daba un paso hacia mi…
parecía que llevaba una brujula en su mano
La brisa llegó a humedecer mi rostro y evocó mis sonrisas
Continué… y miré al reloj… abrí mis ojos y ya era tarde
Mis dientes me decían que era tarde…
Y olvidé un poco el resto del escenario…
Pero no al varón, ni sus ojos, ni al reloj… ni a mi cuenta…
Definitivamente soñé con lo más terso que he vivido…
Así despertaron no solo mis ojos,
También un cúmulo de partículas cargadas de mi energía enardecida
y ahí encendida en la mañana, pensé en mi sueño…
tomé su brújula y me llevó hasta mi.
anig haraf
No hay comentarios:
Publicar un comentario